miércoles, 12 de noviembre de 2008

DETRÁS DE TODO MAESTRO HAY UNA GRAN MUJER

No hay nada mas cierto en el concierto del magisterio de nuestros días, cuando nos vemos abocados, más que nunca, a disponer de la casi totalidad de nuestro tiempo –y del de quienes nos acompañan- a la ardua tarea de formar personas.

Estas líneas, por tanto, van dedicadas exclusivamente a esa mujer que comparte su destino –y su desdicha- al lado de ese ilustre personaje siempre sumergido entre libros de texto, previas, hojas de asistencia, guías, talleres, programaciones, informes y panfletos de paro. Que lo digan, si no, las señoras que deben asumir todo el manejo de la casa y de los chinos –incluidas las tareas- mientras el caballero se enclaustra en su estudio o invade el comedor con toda clase de papeles, libros, decretos, diccionarios, manuales e inverosímiles elementos que cortan toda comunicación o que impiden que se sirva el almuerzo.

Lógico es suponer que la señora deberá poner todo nuevamente en orden porque al maestro siempre le sobrarán papeles y le faltará tiempo y por lo tanto saldrá invariablemente de afán para el colegio; peor aún si trabaja en la mañana porque a la señora se le sumará la tarea –además de la madrugada- de alistar loncheras y sacar los pelados a la ruta porque al señor igualmente se le hizo tarde aunque la noche anterior mientras veía el partido ni siquiera notó que ella le había acomodado el traje, planchado la camisa y escogido la corbata para que estuviera bien presentado en la reunión de padres de familia y si tenía el desayuno servido por qué carajos se le hizo tarde? Buena pregunta. Respuesta inexistente. Es allí donde la inocente imaginación de la dama cavila sobre el exagerado acicalamiento de su marido frente al espejo ensayando un nuevo estilo de peinado y repasando la afeitada además de probar cuál de las dos únicas lociones que tiene va más con su estado de ánimo; imaginemos la tortura sicológica que representa para ella mandar a su profe tan pulcro como un niño de kínder a ese averno donde las golosas arpías que son sus compañeras lo podrán degustar por más tiempo que ella!...De locura!!

Ah! Porque si de compañeros hablamos y de actividades "sociopedagógicas" se trata, la señora deberá igualmente resignar sus aspiraciones de acompañarlo al paseo (...perdón: "sa-li-da pe-da-gó-gi-ca") del colegio porque esta es una actividad institucional donde está prohibido llevar personas ajenas a la misma con el fin de evitar la desintegración del grupo según lo dijo el rector y se acordó en sala de profesores de tal manera que... lástima...! ni modos...! aunque después se venga a enterar que el rector fue con “una prima” y dos profesores con unas “sobrinas” (ya creciditas...).

Y ni qué hablar de los eventos puramente sociales como el cumpleaños de Patricia, “la monita” de idiomas, que ha de celebrarse indiscutiblemente el viernes aunque su día fue la semana antepasada y donde obviamente se busca reafirmar la integración del grupo según lo dijo el rector y se acordó en sala de profesores...

El mismo cuentico..! Claro que para evitar malicias en la consorte el maestro llega a casa temprano más o menos entre la una o dos de la mañana seguido como siempre de los otros dos “del combo” a saludarla y a traerle un pedacito de torta doña Lucy porque la echamos de menos y siempre es bueno que no se sienta relegada porque usted también es parte de la familia del colegio y entre halagos y zalamerías se van acomodando para brindar por el placer de visitarla mientras ella entre sueños escarba la alacena buscando el maíz pira y el plátano para los patacones para compartir con ellos y sentirse verdaderamente como parte de la familia del colegio o al menos de la de esos vagos.

A esta altura del partido y después de tres brindis más, la mártir se dispone a preguntar por la familia de cada uno de los visitantes, lo que resulta casi imposible, porque en el momento ocupa la atención el caso de Bonilla el de noveno que irrespetó a “Gonzalitos” el celador y merece que se le imponga la máxima aunque la ciento quince y la constitución lo protejan en ese sentido pero que el manual establece criterios de regulación acordes con el PEI y que están contemplados en el diecisiete del dieciochosesenta y además según la comisión de evaluación de que habla el cincuenta del mismo dieciochosesenta el chino va mal por no alcanzar los logros mínimos que dice el veintitrés-cuarenta-y-tres en las áreas obligatorias y fundamentales relacionadas también en el veintitrés de la cientoquince y por lo tanto hay que convocar al Consejo Directivo que es el máximo organismo del gobierno escolar y es el que debe tomar las decisiones porque para ello se reglamentó en el mismo veintitrés pero del die-cio-cho-se-sen-ta para que ellos y el rector se laven las manos y porque además ese consejo directivo anda manga por hombro porque ni siquiera llevan actas del fondo de servicios docentes como lo obliga no sé si es el dos o el doce del dieciocho cincuenta y siete...Noo! Sánscrito, griego o alemán cuando menos! Qué martirio para la pobre señora que ha debido soportar por casi dos horas ininterrumpidas esa andanada de términos, leyes, decretos e incisos sobre casos absolutamente desconocidos pero que deberá dominar ampliamente al cabo de tres o cuatro cumpleaños más, so pena de que su marido se devuelva para la rumba.

El sábado se dedicará Doña Lucy (nombre ficticio, por supuesto, para proteger a tantas inocentes), además de los incontables quehaceres de su condición de madre y ama de casa, a arreglar el despelote de lo que seis días antes parecía un cuarto de estudio pero que en el transcurso de la semana se había convertido en las ruinas de un huracán llamado profesor y cuya única damnificada ES ELLA; entre escobas, caldito de costilla y cambio del canal, procurará evitar a toda costa que el estresado personaje decida liberar sus tensiones yéndose a jugar tejo con aquellos dos.

El Domingo! Por fin el domingo, día para la familia!. Deberían establecer por decreto en el almanaque de los profesores –o en el de las esposas de éstos- el Día Oficial de la Familia todos los domingos del año ya que es la única ocasión en que la susodicha y los chinos se enteran de que tienen esposo y padre, así ellos mismos tengan que inventar el programa, ya sea una caminata por la ciclovía, una visita al mercado de la pulgas o un paseo de olla a un potrero de la sabana o a cualquier parque donde supongan que no se encontrarán con ninguno de los compañeros de trabajo del señor porque, de ser así, adiós paseo, adiós esposo y adiós padre. La señora y los pelados se convencerán –por una vez- de que viven con una persona normal y añorarán durante toda la semana que se repita un domingo como ése. Por su parte el profe pensará que su familia es tan normal como la de todo el mundo y sólo en ocasiones –como ésta que me trae- se detendrá un poco a pensar que su acertada labor formando personas se debe, en gran parte, al sacrificio y la abnegación muy especial de esa gran mujer que hay detrás de él.

Bogotá, Mayo de 2002

DETRÁS DE TODA MAESTRA.... HAY UN POBRE TIPO!

Hace varios años me vinculé al Distrito como docente y me estrené como colaborador ocasional del Magazín Aula Urbana del IDEP donde se publicó un artículo titulado “Detrás de todo maestro hay una gran mujer”, acerca del cual tuve gratas impresiones de parte de las esposas de mis compañeros y no pocas muestras de sobrecogimiento y cargos de conciencia de estos últimos. En el mencionado artículo destacaba muchas de las bondades y sacrificios de nuestras compañeras de hogar y ponía en alto su incalculable abnegación y el escaso reconocimiento que se hacía de ellas.

El escrito despertó curiosidad e inquietud –y hasta lágrimas- entre quienes se sentían aludidos, pero también entre quienes permanecían anónimos, como en el caso de mi primo Pacho. “Pachito”, cuya profesión es “Marido de Profesora” se manifestó realmente inconforme con el artículo por cuanto en él “…se desconocían flagrantemente en forma tendenciosa y por demás parcializada el valor y la resignación que implicaban su rol de compañero de docenta [sic] y que no le parecía justo con el resto de sus colegas máxime cuando cerca del 70% del magisterio son mujeres lo que quiere decir echando números que su “agremiación” es más representativa que la del sexo contrario. Punto!”. Ante semejante embejucada, no tuve mas remedio que prometerle adelantar mis pesquisas y tratar de entrevistar aunque fuera al 1% de sus agremiados con el propósito de redactar y hacer público un homenaje de desagravio en favor de sus intereses y de mi tranquilidad. Y heme aquí.

Y lo que encontré fue, no solo abnegación y lucha, sino verdaderas muestras de solidaridad y desprendimiento y resignación y renuncia y enajenación de sus propios intereses y aficiones a favor del bienestar y el bien-hacer del oficio de su cónyugue-maestra. Aquí es conveniente destacar que sólo de esta manera se podría garantizar la calidad de profesoras que tienen nuestros hijos. Otra cosa es tenerlas en la casa!! Y para el caso de estos pobres inocentes, la satisfacción se confunde con el martirio, porque este oficio no tiene tiempo ni lugar y de igual forma se es maestra en el colegio como en la calle como en el bus como en las visitas como en la sala en la cocina en el comedor en el baño…. Y a todas horas!!!

Caso típico y ejemplarizante es el del pobre Pablo (nombre representativo de todos los miembros de su especie), quien ve frustradas sus ganas de ver el partido final de la Copa Intercontinental de Clubes porque en el canal de la Nacional Geographic están presentando a la misma hora un programa sobre las costumbres pre-nupciales de los aborígenes de una isla del archipiélago Bismarck de Papúa-Nueva Guinea, quiensabedondecarajosseencuentraesavaina, pero que a Beatriz (la profe)le interesa verlo para preparar un taller, no se sabe si sobre tolerancia o sobre educación sexual, pero lo cierto es que a la postre le tocará al tipo no solo dejar de ver el partido sino concentrarse en el susodicho programa y aportarle preguntas al cuestionario mientras desgrana las alverjas para el ajiaco (!)

Otros casos son tan disímiles como increíbles y en ellos siempre está presente la premura del tiempo, que debe ser aprovechado al máximo por la maestra que, dicho sea de paso, es la única profesional que lleva trabajo para la casa -en perjuicio de los suyos-, así que, en esta ocasión el pobre tipo debe dejar de lado el crucigrama para leerse de un solo sorbo los Diálogos de Platón y explicárselos resumidos a su hijo Felipe porque se lo mandaron a leer y no tiene tiempo porque debe resolver treinta y dos problemas de cálculo diferencial para mañana o que si más bien se le mide a esto último porque ella tampoco tiene tiempo porque está ocupada recortando muñequitos de papel de colores porque su especialidad es pre-escolar y por lo tanto de matemáticas “ni papa”. Ni papá puede ser el desdichado porque le toca convertirse también en maestro para que el hijuemaestra quede bien en el colegio donde ella trabaja.

Algunos de estos ejemplares –en todo el sentido de la palabra-, sin importar su profesión u oficio, porque también los hay, “que trabajan” (cosa que a estas alturas es un verdadero milagro), se ven convertidos por la fuerza de las circunstancias en completos asesores laborales con pleno conocimiento y dominio de todas las leyes, decretos, resoluciones, disposiciones, circulares, acuerdos, desacuerdos y directivas ministeriales que hacen referencia al desempeño y la estabilidad de los docentes, y lo son en gracia a que la profesora está más dedicada a su labor y, entre otras cosas, si de matemáticas ni papa, de sindicalismo, peor (!). Si son contadores, revuelven sus balances y estados financieros con lo que dijo la ministra; si son ingenieros, enredan sus cálculos y diseños con lo que dice el 230; si son arquitectos, revuelven lo que dijo el interventor con lo que opina el Secretario de Educación; los empleados oficiales y los que están por pensionarse tendrán siempre en mente el 3020 –quizá porque lo asocian con el año de su jubilación- y si son empleados bancarios están más pendientes de la gerente del CADEL que del gerente del banco. Sin embargo, no todas las maestras están tan bien casadas, así que el tipo, por demás emprendedor y buenopaloquesalga se tiene que bandear en la disyuntiva entre el palustre y el 1850 -al fin de cuentas los dos sirven para lo mismo: tapar chambonadas-. Son unos bravos, definitivamente!!

Y olvídese de hacer pereza el domingo cuando amanece vuelto miércoles, porque, invariablemente, la profe prende la tele a primera hora para ver la santa misa ya que sus ocupaciones domésticas –que también las tiene, por supuesto- no le permiten ir a la iglesia y además la niña tiene que llevar comentado el evangelio porque hoy tiene catequesis para la primera comunión y ella no tiene tiempo para acompañarla porque debe arreglar la casa y él tampoco porque debe ir a la plaza solo porque Felipe ya madrugó todos los días y pobrecito se merece dormir hasta tarde por lo menos hoy, de tal manera que el pobre tipo, entre gallos y desayuno solo atinará a cambiar el canal para ver instantáneamente la carrera de Montoya en el momento en que pasan la bandeja de las limosnas, ahorrándose de paso un remordimiento. De ahí en adelante, despabilado como el resto de la semana!!

Definitivamente, la calidad está en la casa. Los anteriores son solo algunos casos que resumen –por razones de espacio- el valor y el desprendimiento de aquellos tantos anónimos personajes que bien pueden llamarse Pacho o Pablo o René o José o simplemente “gordis” o “negrito”, que merecen un justo reconocimiento por su loable labor y aguante; de manera pues que, en este momento creo haber cumplido modestamente con la tarea emprendida y me remito a ustedes, apreciadas profesoras, para que en lo sucesivo se les tenga en cuenta a la hora de celebrar el Día del Maestro y se les ubique honrosamente dentro del programa en el punto que dice: “Tercero: PERSONAS QUE POR SU ESFUERZO Y DEDICACION MERECEN IZAR EL PABELLON NACIONAL”(!)

Abril de 2005.